sábado, 2 de marzo de 2013

Quinta conferencia

La formación del mercado cultural en Colombia

Ancízar Narváez Montoya

En las lecciones anteriores hemos tratado de mostrar el proceso de modernización cultural en Colombia en dos sentidos: la institucionalización y la mediatización en el caso de la cultura alfabética; y en el caso de la cultura oral-icónica, especialmente a través de la mediatización y la masificación.  

También habíamos dicho desde la primera lección que una parte de la modernización incluía un cierto grado de organización empresarial de la cultura, lo cual implica un mercado. Todos estos procesos parecerían dirigidos a la conformación de dicho mercado en términos de oferta y demanda. Aunque también hemos visto que la tradición icónica ha tenido otra vía de modernización a través de la estetización que la ha llevado a convertirse en arte, la modernización que nos interesa para efectos de la formación del mercado cultural es la que se da por la vía de la industrialización, es decir, la mediatización. En todo caso, lo que nos importa es el proceso de mercantilización tanto de la infraestructura como de la producción, que es lo característico del capitalismo cultural. 

Algunas consideraciones sobre el mercado cultural

La primera característica de la sociedad moderna es la masificación, es decir, un cierto grado de homogeneización cultural que es además la base del mercado cultural. Cuando se habla de Estado-nación, se habla, además del territorio y del tipo de Estado, de los recursos naturales, de la moneda y de la población y sus características culturales. Pero desde el punto de vista económico, el territorio y la población son en realidad un mercado, o sea un destino preestablecido para los productos de la industria, en este caso, de la industria cultural. A esto se le llama mercado interno o mercado nacional. La formación de este mercado interno es un proceso concomitante o concurrente con la formación del Estado-nación. 

Un mercado está constituido pues, en primer lugar, por un número determinado de individuos que son potenciales consumidores. Por eso, el primer cálculo que hace un inversionista, y aquí es donde demuestran claridad en el concepto de mercado, tiene que ver con la población del país o el tamaño de la nación. Por eso, los países más poblados del mundo suelen ser, al mismo tiempo, destinatarios de importantes inversiones nacionales y extranjeras, pues se considera, por ejemplo, que China es un mercado potencial de 1200 millones de consumidores; la India, uno de 1.100 millones. 

En América Latina, Brasil es el primer mercado con unos 200 millones de habitantes y México el segundo con 110 millones; por eso, estos dos países concentran más del 70% de la inversión extranjera directa que llega a la región, con 34 mil millones y 21 mil millones de dólares respectivamente en 2010 (Zibechi, 2012). 

Pero no basta con que haya una gran masa de población para que haya un verdadero mercado, sino que se necesita, además, que esa población tenga alguna capacidad de compra o poder adquisitivo. Y la capacidad de compra en el mundo capitalista, implica dos transformaciones en la economía:

Por un lado, para hacer parte del mercado los individuos deben incorporarse a la producción mercantil y a la economía monetaria, o sea recibir ingresos en dinero, ya sea por sus producciones privadas y particulares (por ejemplo, los campesinos deben producir para vender y no sólo para la autosubsistencia), o por la venta de la fuerza de trabajo (como salario), o por las rentas obtenidas de una inversión (como ganancia). En todo caso, hay que recibir ingresos monetarios, sean pocos o elevados, para hacer parte del mercado, es decir, del interés de los productores. 

Por otro lado, la capacidad de compra se mide por el nivel de ingresos calculado en términos per cápita. Es decir, un mercado no es más importante porque haya más gente, ni porque la mayoría esté en la economía de mercado, sino por la cantidad de ingreso disponible con que cuenta cada individuo. Así, países menos poblados pero con ingresos más altos, son mercados más atractivos que países más poblados pero más pobres. Por ejemplo, en términos de población, Colombia tiene 46 millones de habitantes y Chile apenas unos 15 millones, lo cual hablaría de Colombia como un mercado tres veces más grande que el de Chile y, por tanto, más atractivo. Pero mientras en Colombia el ingreso per cápita es de unos 6000 dólares por año, en Chile es de más de 14000 dólares. En tal caso, Colombia es un mercado apenas un poco más grande que el de Chile (288 mil millones de dólares anuales mientras que el de Chile es de 212 mil millones), siendo Chile apenas la tercera parte de Colombia en cuanto a población[1]. 

Una vez establecida la naturaleza y la manera como se estructura el mercado interno, ¿qué es entonces el mercado cultural? 

El mercado cultural requiere, además de una masa de individuos con su respectiva capacidad de compra, individuos con diferentes competencias culturales. Podemos definir arriesgadamente las competencias como la capacidad y la disposición de determinado individuo o grupo para consumir ciertos bienes y servicios culturales. Dichas competencias se manifiestan en tres atributos de los consumidores: conocimientos, gustos y necesidades derivadas de los dos anteriores. 

Los conocimientos se refieren a la información y la capacidad de juicio crítico para reconocer o no la calidad de un producto dentro de una tradición cultural. El gusto sería la capacidad de juicio valorativo para distinguir la belleza y la calidad estética, ya no por razones de información sino por la identificación espontánea del producto con las previsiones del consumidor[2], las cuales están configuradas por el hábitus, entendido, según Bourdieu, como “[...] un sistema socialmente constituido de disposiciones estructuradas y estructurantes, adquirido mediante la práctica y siempre orientado hacia funciones prácticas” (Bourdieu y Wacquant, 1995, p. 83). Finalmente, las necesidades nacen del hecho de buscar alternativas de consumo debido a que se tienen conocimientos y gustos variados. Cuando el consumidor tiene más competencias, busca y le exige a la industria en vez de conformarse con lo que ella le ofrece. “Puede, en efecto, existir un gusto sin bienes (tomando gusto en el sentido de principio de clasamiento [cassement], de principio de división, de capacidad de distinción) y bienes sin gusto” (Bourdieu, 2000, p. 161). Claramente, aquí se alude al gusto del consumidor, por lo que este es, en última instancia, el que viene a determinar la variedad y la extensión del mercado y, por tanto, la oferta posible y efectiva de bienes culturales. 

De acuerdo con Bourdieu, sólo hay dos tipos de competencias por su origen, es decir, por la forma como los individuos llegan a ellas (Bourdieu, 1999a, pp. 73 y ss). Las competencias son, en primer lugar, heredadas. Se les llama así a las que se adquieren preferentemente en la familia y en el grupo primario, y que tienen que ver, no con accesorios externos a las personas, sino con la cultura que los padres poseen y transmiten a sus hijos, no como programa formal, sino como experiencia espontánea de vida cotidiana.

La segunda vía de acceso a las competencias de la cultura culta es entonces por adquisición, específicamente a través de la escuela. En efecto, en las sociedades de masas, no estratificadas, se supone que el sistema escolar formal está hecho para subsanar las desigualdades individuales que nacen de los desequilibrios entre las familias en cuanto al acumulado que cada una posee de cultura culta. Estas son pues las dos instituciones enculturizadoras principales en cuanto se refiere a cultura letrada en las sociedades modernas, pues son las que forman el gusto y guían el conocimiento desde la infancia. 

La situación del sujeto consumidor entonces se puede representar dentro de cuatro posibilidades esquematizadas así, de acuerdo con el origen de sus competencias cultas (Esquema 1): 

Esquema 1. Origen de las competencias culturales 

Heredadas
Adquiridas
+
+
+
+

 Fuente. Elaboración del autor con base en Bourdieu, 1999a. 

¿Cuáles son las posibilidades de un mercado cultural? Lo que hace entonces la diferencia y la variedad del mercado cultural es la extensión de la franja de sujetos culturales situados dentro del caso tres, es decir, la cantidad de sujetos que, sin tener competencias heredadas, se puedan incorporar al consumo de la letrada culta gracias a las competencias adquiridas en el sistema escolar. Si este sector es amplio entonces el mercado será variado (entre lo popular-masivo y lo culto); la razón para que esto ocurra no es sólo económica y de competencias, sino social:  

El efecto de la elevación del nivel de instrucción se ejerce [...] por medio de lo que denomino el efecto de asignación estatutaria [...], que determina a los poseedores de un determinado título escolar, que funciona como un título nobiliario, a realizar las prácticas –ir a museos, comprar un tocadiscos, leer Le Monde- que se hallan insertas en su definición social –podría decirse: en su ‘esencia social’ (Bourdieu, 2000, p. 69).  

Si este sector es pequeño y la formación que recibe es de bajo contenido letrado, entonces el mercado será homogéneo, monótono, puesto que sólo se encontrarán productos masivos.


Si la televisión, como producción y como programación, no es el gran negocio, el cual se haya mejor remunerado en la circulación a través de la infraestructura de telecomunicaciones, entonces, ¿cuál es la razón para que haya tanto interés en acceder a frecuencias, a nuevos canales, etc.? 

La explicación puede estar en el hecho de que es el medio con mayor audiencia en el país y por tanto en el que mejor se pueden legitimar los distintos relatos de la nación. Según el Estudio General de Medios (Egm-II 2010) las audiencias en Colombia se distribuyen como sigue (tabla 1):  

Tabla 1. Medios y audiencias en Colombia[3] 

Medio
Audiencia
(Egm-2010-ii)
Televisión
94.7
Radio
64.7
Revistas independientes
42.8
Prensa
33.3
Internet
35.9
Revistas prensa
21.0
Cine
5.9

Fuente: Cntv (2010b),  Acim,  Egm 

Aquí se presenta la primera muestra cultural protuberante de las características de la nación. Consiste en que el consumo de medios es descendente en la medida en que los medios son más alfabéticos, o en la medida en que exigen erogaciones económicas inmediatas.  

Si la televisión es el medio nacional por excelencia, el que fija la agenda y el que reúne las características culturales más populares (oralidad, iconicidad y narrativa), no tiene nada de extraño que sea el medio por excelencia de una sociedad poco alfabetizada (tevecéntrica en vez de diariocéntrica). Así mismo, la radio, además de las características narrativas orales, tiene una característica adicional que viene con la oralidad y es que en ella se logran identificar las hablas regionales. 

Pero ¿qué decir del consumo de las revistas independientes? Empecemos por el ranking de las mismas (tabla 2). Según esta clasificación, hay que hacer primero que todo un poco de justicia con Semana, pues aunque la medición se hace por edición, no es lo mismo una edición semanal que una quincenal o mensual. Para equiparar la lecturabilidad tendríamos que ponerlas a todas en el mismo lapso de tiempo. Esto significa que en realidad quincenalmente esta revista tendría 2 millones 36 mil lectores y por tanto sería la primera revista del país, como efectivamente lo es. 

Ahora bien; hecha esta salvedad, busquemos los factores culturales. Aunque parezca sorprendente que un medio supuestamente alfabético como las revistas tengan más audiencia que los periódicos e Internet, se puede aventurar una hipótesis: vistas las primeras diez revistas del ranking, estas no son en rigor alfabéticas, sino icónicas, no son analíticas sino narrativas y en general no requieren competencias alfabéticas para ser consumidas. 

Tabla 2: Colombia. Revistas independientes según lecturabilidad 

Revista
Lecturabilidad (miles)
TV y Novelas (Q)             
1265,9
Soho (M)                     
1130,9
Revista Semana (S)           
1018,6
15 Minutos (M)               
912,0
Cromos (Q)                   
805,0
Caras (Q)                    
693,7
Revista Coomeva (B)          
525,9
Vanidades (Q)                
515,7
Tu (M)                       
448,9
National Geographic en Español
447,5

Fuente: EGM, 2010 

Tal vez lo más problemático sea confrontar tal hipótesis con el caso de Semana. Sin embargo, en tanto los principales personajes mediáticos, por su condición de poderosos y exitosos, son los gobernantes y los políticos, esta revista lo que hace es prolongar el protagonismo de los mismos personajes en un documento menos efímero. Es decir, quien ve televisión y escucha la radio sabe de qué está hablando Semana. Es una prolongación de la cultura mediática en un medio impreso. 

El caso de Coomeva sugiere una revista especializada, para afiliados, que no se vende en el mercado, de circulación restringida, con una baja frecuencia en comparación con las demás y, por tanto, no comparable en ningún sentido.  

En cambio las siete siguientes sí tienen una característica en común: son ni más ni menos que revistas típicas de farándula, es decir, en donde salen los mismos personajes que pueblan la más extendida cultura mediática, la del entretenimiento. Por lo mismo, son demasiado icónicas, demasiado narrativas y a veces orales. Por lo tanto, no sólo son una prolongación de la cultura mediática de la farándula sino que en rigor ni siquiera se necesita saber leer para consumirlas, pues la identidad entre personajes televisivos y de revista hace al televidente absolutamente competente para leer el relato impreso en ellas. 

En cuanto a la revista National Geographic en Español, no hay que engañarse con su origen ni con su nombre. Esta no es una revista científica sino periodística; allí no aparecen artículos científicos sino más bien relatos de viajes y no funge como una guía investigativa sino casi como una guía turística. En rigor, su discurso es más icónico-narrativo que alfabético-analítico. En consecuencia, no hay que extrañarse de su popularidad, pues en términos de competencias exigidas es bien popular. 

Más allá de las características de las revistas independientes, su consumo está rigurosamente estratificado, pasando del 25% en el estrato uno al 80% en el estrato seis, con una correspondencia exacta entre estrato y consumo cuantitativo. No está claro cuáles son las revistas que consume cada estrato. 

En cuanto al consumo de prensa e internet, que comparten más o menos la misma audiencia, una tercera parte de los usuarios, se podría aventurar que comparten también dos características: tienen un origen cuasi alfabético, es decir, gráfico, o sea una amalgama entre alfabetismo y diseño y al mismo tiempo son medios de pago (por compra y por tarifación respectivamente). Además de eso, son hoy el punto de encuentro entre la circulación individual y en línea.  

El cine, por su parte, como sustancia y como institución, siempre ha sido minoritario, no sólo por los costos sino que ahora con la facilidad de ver las películas en Tv o en internet, en DVD, etc., su consumo se hace más un asunto social y de prestigio que de posibilidades técnicas o económicas. 

Ahora bien; si la oferta es predominantemente oral-icónica, más exactamente televisiva, ¿quién tiene mayor sintonía con la audiencia? Pues bien. Esa audiencia se distribuye como muestra la siguiente (tabla 3). Lo que indican estas cifras literalmente es que los canales privados nacionales están llegando a más de 14 millones de personas diariamente y City Tv a unos cinco millones aproximadamente. Estos son los canales de tres de los más grandes grupos económicos del país. Es decir, son de empresarios y son empresas; son los voceros del capital. Es el capital dirigiéndose a la sociedad. 

Tabla 3: Audiencia último mes canales nacionales, regionales y locales  

Canal
Audiencia
RCN
89.1
Caracol
86.8
City TV
32.3
Señal Colombia
18.1
Canal 1
16.2
Teleantioquia
15.3
Canal 13 (Andina)
15.0
Telecaribe
11.1
Canal Capital
10.5
Telepacífico
8.4
Telemedellín
5.7
Canal Institucional
4.2
TRO
3.8
Telecafé
3.0

Fuente: Cntv, 2010b. (Egm II-2010 Módulo de Televisión II-2009 a II-2010) 

¿Cuáles son las posibilidades de contrarrestar esta visión teve-céntrica de la sociedad, y más aún, esta visión mistificadora de los medios privados que quieren hacer aparecer intereses corporativos como intereses comunes? Desafortunadamente el comportamiento de las audiencias no da mucha esperanza. Si bien la audiencia de los medios públicos indica que este medio, como lenguaje y como relato es una manera de contraponer visiones excluyentes, las versiones de la TV no son confrontables sólo ni principalmente desde la misma televisión sino desde otras alternativas culturales críticas. Para eso sería necesario que el consumo de televisión fuera equiparable con otros medios. Sin embargo, las cifras son desalentadoras (tabla 4). 

Esta estratificación del consumo mediático nos sugiere algunas ideas no por obvias menos interesantes. Aunque la televisión y el cine parecieran hablar el mismo lenguaje (imágenes en movimiento, relatos, sonido, música, escenografía, dramaturgia, etc.) se encuentran en los extremos del consumo cultural. El más elitista es el cine y el más popular es la televisión. Podríamos decir que la asistencia al cine ha dejado de ser un consumo mediático, es decir, un consumo para informarse o divertirse y se ha convertido en un consumo artístico y, por consiguiente, distinguido. La distancia entre el estrato seis y el uno es de nueve  a uno en cuanto a consumo y la distancia entre los estratos altos y bajos es de siete veces. 

En el otro extremo del análisis, como ya dijimos, el consumo de televisión y radio no hace prácticamente ninguna diferencia entre los estratos sociales. 

Tabla 4: Consumo de medios por estrato social 

Medio
Estrato 1
Estrato2
Estrato3
Estrato 4
Estrato 5
Estrato 6
Televisión
93
94
94
94
93
94
Radio
65
68
68
71
69
72
Revistas independientes
26
37
47
62
75
80
Prensa
33
30
35
43
49
53
Internet
12
23
33
61
70
79
Cine
2
3
6
13
14
18

Fuente: Acim, 2010.

El otro medio que hace una diferencia profunda entre estratos es Internet que se supone es el democratizador de la comunicación mediática. Mientras que en el estrato seis se consume más internet que radio y se acerca a la televisión, en el estrato uno la diferencia entre consumo de televisión e internet es casi de ocho a uno. La diferencia en el consumo de internet entre el estrato uno y el seis es de más de seis veces y entre los estratos bajos (1 y 2) y los altos (5 y 6) agregados es mayor a cuatro veces. Esto desde luego tiene que ver con dos características ya mencionadas de internet: es de pago y exige competencias alfabéticas. 

Y es que, en efecto, la alfabetización es el indicador más fuerte del consumo cultural, sobre todo en Internet. Los académicos creemos que por ser usuarios más o menos competentes de dicho medio eso es lo que sucede en toda la sociedad. Sin embargo, las cifras son realmente decepcionantes cuando se mira el consumo por nivel académico (Tabla 5). Esto nos muestra que sólo las personas con formación postgradual tienen niveles de exposición a Internet más o menos iguales a los de televisión; así mismo, los que tienen formación universitaria se exponen a Internet casi en la misma medida que a la radio. Es decir, sólo la élite alfabetizada tiene altenrnativas informativas distintas a la radio y la televisión privadas, es decir, empresariales. Y recordemos que la educación superior, sobre todo de calidad alfabética, no es lo más extendido en Colombia. 

Tabla  5. Acceso a Internet, según grado de escolaridad 

Postgrado (Especialización, Maestría, Doctorado)
84%
Universidad (Completa e incompleta)
67%
Técnica (Completa e incompleta)
43%
Secundaria (Completa e incompleta)
25%
Primaria
5%
Sin estudios
2%
Total
33%

 Fuente: Acim, 2010). 

Algo parecido se puede decir de las revistas independientes. En los estratos altos se consumen más que la radio y se acercan al consumo de televisión. En el estrato uno, la diferencia entre consumo de televisión y revistas es de casi cuatro a uno. La diferencia en el consumo de revistas entre los estratos altos agregados y la de los bajos también agregados es de dos veces y media a favor de los primeros. Esto se debe a que la mayoría de las revistas, no las más vendidas, son especializadas, son alfabéticas y tienen un precio de mercado. 

En resumen, lo que preocupa de todo este panorama es que siguen siendo los mismos alfabetizados, los de altos ingresos los que tienen consumos culturales que les permiten contrastar los relatos de la televisión y de la radio, que son casi la fuente exclusiva de información y entretenimiento para los estratos más pobres. 


Las empresas y la oferta mediática 


En cuanto al negocio de la televisión, hay que tener en cuenta que ésta es a la vez una tecnología y una narrativa, una empresa y una institución. En consecuencia se deben distinguir tres clases de agentes: a) los que tienen producción e infraestructura de difusión; b) los que tienen sólo producción; y c) los que tienen sólo redes de difusión.  

Como negocio, hay que tener en cuenta que los que funcionan como tales son, formalmente, los operadores con ánimo de lucro; pero informalmente, las televisiones locales y comunitarias son pequeños negocios que no alcanzan a estar registrados en la Superintendencia de Sociedades. Sin embargo, el grueso del negocio está en los primeros. 

En efecto, aunque la Superintendencia de Sociedades incluye todos los tipos de empresa como televisión, sobre todo por el papel que juegan en la financiación de la televisión pública, de las 13 empresas que clasifican entre las cinco mil más grandes del país, podemos hacer la siguiente discriminación:  

Empresas con producción y frecuencia. Quiere decir que tienen canal propio o tienen espacios en concesión en el Canal 1 y, por tanto, son responsables de su propia programación (Tabla 6). Las que tienen canal propio son responsables además del flujo. 

Tabla 6: Televisión. Programadoras, productoras y difusoras 

Empresa
Ventas
(Millones $)
Ventas (Millones U$)
Utilidades (Millones $)
Ventas (Millones U$)
RCN Televisión
464613
244.66
25113
13.22
Caracol Televisión
446696
235.22
22790
12.00
Teleantioquia
28345
14.92
2431
1.28
CEETTV (City Tv)
25437
13.39
-5134
-2.70
CM& Televisión
19093
10.05
2516
1.32
Total
984184
518.26
47776
25.15

Fuente: Dinero, 2010. 

Empresas productoras. Estas suelen producir para las anteriores y eventualmente para los canales que se ofrecen por las empresas de televisión cerrada. No son responsables de la programación ni del flujo (tabla 7). 

Tabla 7: Televisión. Empresas productoras 

Empresa
Ventas (Millones $)
Ventas
(Millones U$)[4]
Utilidades (Millones $)
Utilidades (Millones U$)
RTI
51471
27.10
5384
2.83
Teleset
51250
26.98
-1384
-0.73
Foxtelecolombia
50010
26.33
4179
2.20
Coltevisión
28900
15.21
887
0.47
Vista Productions
25093
13.21
690
0.36
Total
206724
108.85
9756
5.13

Fuente: Dinero, 2010 

Empresas difusoras.  Sólo poseen la infraestructura, no son responsables de la producción, ni de la distribución ni del flujo. Tienen la obligación de producir y programar un canal propio dentro de la oferta, especialmente informativo (tabla 8). 

Tabla 8: Principales operadores de televisión por suscripción y usuarios a septiembre de 2009 

Operador
Suscriptores
Participación %
Telmex Hogar
1.704.886
54.64
UNE-EPM Telecomunicaciones S.A. ESP
739.260
23.69
Cable Unión de occidente S.A.
149.033
4.78
Directv Colombia
214.830
6.89
Colombia Telecomunicaciones ESP
132.808
4.26
Cable Bello Televisión Ltda.
39.241
1.26
Cablevista S.A.
24.992
0.80
Supercable Telecomunicaciones S.A.
19.558
0.63
HV Televisión Ltda.
18.493
0.59
Codisert Ltda.
8.881
0.28
Subtotal 10 mayores operadores
3.051.982
97.82
Otros operadores
68.001
2.18
Total
3.119.983
100.00

Fuente: Cntv, 2009, pp. 28-29. 

Tabla 9: Televisión. Empresas difusoras  

Empresa
Ventas (Millones $)
Ventas
(Millones U$)
Utilidades (Millones $)
Utilidades (Millones U$)
Direct Tv Colombia
116686
61.44
-42056
–22.14
Cable Unión Occidente
53691
28.27
145
0.80
Supercable Telecomunic.
17551
9.24
-3178
–1.67
Total*
187928
98.96
–45089
–23.74

Fuente: Dinero, 2010 

Como se puede ver en cifras (tablas 6, 7 y 9), el negocio de la televisión en términos de producción y programación no es lo más rentable. Sumadas las ventas de todos los operadores aquí registrados alcanzan alrededor de un billón 300 mil millones de pesos (684.5 millones de dólares) en el año 2009, lo cual no alcanza a ser sino aproximadamente el 0.3% del PIB del país. Desde luego que el grueso de la facturación está en los grandes operadores de televisión por cable que, como se ve, son Telmex, Telefónica, Une-Epm y Etb, pero entonces su negocio son las redes, la infraestructura y por eso existen primero que todo como empresas de telecomunicaciones (Tabla 8). 

En cuanto a la televisión pública, existen cuatro modalidades de financiación universales que son el canon, el presupuesto público, la publicidad y la tarifación. En Colombia esta se financia, por ley, de las siguientes fuentes: 

La televisión abierta: de estos operadores se obtienen el valor de la concesión, desde luego por una sola vez, y el 1.5% de los ingresos brutos como ingreso permanente. Esta es la única fuente verificable y calculable. Según las cifras vistas aquí, los tres canales privados suman ingresos en 2009 por aproximadamente 950 mil millones de pesos (500.3 millones de dólares), lo cual significa ingresos para la Tv pública de unos 13500 millones de pesos (U$ 7.1 millones). 

La televisión cerrada. De aquí se obtienen el valor de la concesión o derecho de entrada y el 10% de los ingresos brutos por las suscripciones así como el 10 por ciento de la facturación por publicidad del canal propio que debe programar cada concesionario. Con las cifras que tenemos en la tabla 1 y con la facturación de Telmex Hogar en 2008  la única cifra cierta que tenemos son los 615177 millones que facturó por sus más de 1700000 afiliados, más los 187.928 de los restantes operadores, es decir, cerca de 800 mil millones (U$ 423.2 millones) (Dinero, Mayo 29 de 2009). 

Calculando proporcionalmente, si en 2008 Une-Epm tenía 739.260 suscriptores de televisión cerrada, Direct Tv (Etb) 214.830 y  Colombia telecomunicaciones (Telefónica) 132.808, estamos hablando de casi 1.100.000 suscriptores entre los otros tres operadores, lo que significaría una facturación aproximada de 390 mil millones de pesos (U$ 205.3 millones). En total estaríamos llegando a una suma cercana a un billón 200 mil millones ($ 631.9 millones). En consciencia, deberían pagar a la Cntv unos 120 mil millones (U$ 63.2 millones). 

La televisión comunitaria: El 7% que debería recibir por los pagos de los afiliados de los canales comunitarios es casi imposible de calcular. Con la cantidad de canales comunitarios existentes, casi 700, los que como mínimo debían tener 200 afiliados, estaríamos hablando de por lo menos 100 mil afiliados. Pero ya vimos que el promedio de afiliados es de 15 mil o más, o sea más de siete millones de afiliados, lo cual convertiría a esta modalidad de televisión en la principal fuente de financiación de la televisión pública. Sin embargo, la precariedad económica en que sobreviven, en algunos casos, y en otros el hecho de ser realmente negocios particulares, les impide reportar la cantidad real de afiliados para la evadir estos pagos. Esta es más o menos la regla.  

Si la televisión pública se compone de tres canales nacionales y ocho canales regionales, quiere decir que con la cuarta parte de los ingresos de uno sólo de los canales privados tenemos que hacer funcionar 11 canales públicos. ¿Habrá alguna posibilidad de competir? 


El negocio de la radio se presume como uno de los más rentables en el país, pero su información es también de las más opacas. Lo primero que hay que recalcar es que su gran dispersión hace difícil saber el agregado de ingresos o de ventas que realizan los miles de operadores de todas las modalidades en el país. En consecuencia, hay que conformarse con los agentes más formalizados, como las grandes cadenas de alcance nacional o los concesionarios de frecuencias comerciales. Aún así, el acceso es restringido.  

En efecto, en Colombia hay  más de 600 concesionarios de radios comunitarias. La financiación de éstas es un completo misterio, pues cada concesionario parece ser un empresario, un gestor o lo que sea pero no está claro en ningún registro estatal cuántos son los ingresos y de dónde provienen. En cuanto a las radios de interés público, no está cuantificado tampoco el valor total de los presupuestos asignados a cada emisora por la institución que usufructúa la concesión. En el caso de las radios universitarias, tampoco hay todavía un ente que haya desagregado en el presupuesto de las universidades lo asignado a las emisoras y mucho menos cuánto suman estos presupuestos juntos. 

Así las cosas, nos quedan solamente las cuentas de las empresas dedicadas a la radio comercial. En este caso, hay un número cercano a 200 concesionarios, de los cuales sólo los más grandes, esto es, unos 42 reportan estados financieros a la Superintendencia de Sociedades. El monto de los ingresos de estos 42 operadores es una tarea pendiente. De estos, sólo tienen información pública los tres más grandes ya mencionados, por cuanto se clasifican entre las cinco mil empresas más grandes de Colombia. Es decir, entre las cinco mil empresas sólo hay tres radiales y sólo dos entre las primeras mil, medidas por sus ingresos: Caracol Radio que facturó 140 mil 682 millones (U$ 74.1 millones), Rcn Radio que facturó 140 mil 408 millones (U$ 73.9 millones) y muy lejos de las anteriores, Organización Radial Olímpica que facturó 34 mil 663 millones (U$ 18.2 millones) en 2009, una cuarta de la facturación de las anteriores (Dinero, 2010). 

Tabla 10: Empresas de radio  

Empresa
Ventas
(Millones $)
Ventas
(Millones U$)
Caracol Radio
140682
74.10
Rcn Radio
140408
73.90
Organización Radial Olímpica
34663
18.20
Total
315753
166.20

Fuente: Dinero, 2010 

En cuanto a las utilidades, las 42 empresas radiales que reportaron a la Supersociedades en 2009, sumaron ganancias por 59 mil 62 millones; pero de esas utilidades, sólo tres empresas (Rcn,  Caracol y Radio Continental) se quedaron con 53 mil 721 millones ($ 28.3 millones), o sea el 91 por ciento de las ganancias (Supersociedades, 2010). No es necesario hacer comentarios adicionales sobre la situación oligopólica del mercado de la radio en Colombia. No hay manera por ahora de cuantificar su contribución al PIB en cuanto no se conozcan sus ventas totales. 

En cuanto al cine, sólo diremos por ahora, que para ver la magnitud del mercado es necesario hacerlo comparativamente con un mercado similar en población como España (Tabla 11). 

Tabla 11. España y Colombia: mercado del cine, 2008. 

Mercado
España
Colombia
Estrenos locales
173
14
Pantallas
4140
472
Espectadores
107.600.000
21.500.000
Recaudación
U$ 895.000.000
21.500.000

Fuente. Tomado de Getino, 2009. 



El mercado alfabético, como se trató de explicar al principio, depende críticamente de la educación formal, de la alfabetización de la población y de sus niveles de logro académico, por lo menos en lo que respecta a las posibilidades. Quiere decir, la alfabetización de la población crea la posibilidad pero no garantiza un gran mercado; pero el analfabetismo sí niego toda posibilidad de mercado a dicha cultura, pues no habrá consumidores competentes. Este mercado, entonces tiene que ser creado ex profeso, no preexiste a ninguna política.  

Lo que se puede ver es la misma tendencia que en todos los indicadores del mercado alfabético: en España tenemos aproximadamente un diario por cada 226 mil habitantes y en una comunidad como Andalucía, que tiene 40 diarios para 8.4 millones de habitantes, la proporción sería de un diario por cada 210 mil habitantes. En Colombia, esa misma proporción sería de uno por casi un millón de habitantes (978.000 exactamente)[5]. 

Tabla 12. España y Colombia: diarios y circulación (2007). 

España
Circulación
Colombia
Circulación
199 diarios
46 diarios
El País
560.000
El Tiempo
281.000
El Mundo
443.000
El Espectador
142.000
ABC
307.000
El Colombiano
110.000
El País
89.000
El Heraldo
79.000
La República
55.000
Vanguardia Liberal
50.000
El Universal
32.000
La Patria
22.000
1.310.000
Total
860.000


Pero lo realmente importante para el mercado alfabético son las cifras de circulación, en este caso, de los tres primeros diarios de cada país (Tabla 12). En este sentido, los de España superan en una proporción de tres a uno a los de Colombia. Nos fijamos en estos tres porque son los que responden al diario tradicional que consume el lector alfabetizado, es decir, editado en papel, que se vende y que tiene información general. 

Pero al lado de este bloque que podríamos llamar el núcleo duro de la oferta y la demanda del mercado mediático impreso, tenemos un número de lectores complementarios que desbordan las comparaciones, ya que no se pueden juzgar con el mismo criterio, pues en el caso de Colombia, aun sumando los 10 primeros diarios no alcanzan sino las dos terceras partes  de la circulación de los tres primeros de España. Esto es nos plantea por lo menos una asociación con las cifras de alfabetización y educación formal que hemos mostrado en otra parte (Narváez, 2010b). 

Pero donde mejor se puede medir el mercado alfabético es en la edición y venta de libros. No sólo por la cantidad sino por las características culturales. Tres son los indicadores cuantitativos que nos describen el mercado: la edición de títulos, el tiraje o número de ejemplares y las ventas internas en unidades (Tabla 13). 

Tabla 13. Mercado del libro en Colombia 2007-2009 

Año
2007
2008
2009
Total títulos editados
10.149
11.749
11.389
Producción total de ejemplares
29.574.946
32.603.131
30.336.833
Total ejemplares vendidos en mercado nacional
21.852.981
24.274.591
25.460.559

 Fuente. Elaboración con base en datos de García (2012). 

Continuando con la lógica comparativa, según la Federación de Gremios Editores de España (fgee, 2009), en el año 2008 se editaron en ese país 70.520 títulos, casi 200 al día, con un tiraje de casi 358 millones de ejemplares. O sea que se editaron en España un poco más de seis veces los libros que se editaron en Colombia, pero el tiraje total es once veces superior. 

Los ejemplares vendidos en el mercado interior de España en 2007 fueron 250.860.500 (fgee, 2009). Como se puede ver, una cifra 12 veces superior, lo que implica más de cinco libros por habitante en España y medio libro por habitante en Colombia. En síntesis, España tiene un mercado alfabético 10 u 11 veces superior al de Colombia, teniendo la misma población y la misma lengua. En términos de valor, 236 millones de dólares en Colombia (Camlibro, 2009) frente a 3.123 millones de euros (U$ 4.059 millones) en España   (fgee, 2009). 

¿Qué se puede agregar frente a esto? Pues que el consumo cultural en España es al menos más variado que en Colombia, si consideramos que, aunque el 43% de los españoles no son lectores, el 41% sí son lectores frecuentes, es decir, que leen libros en su tiempo libre al menos una o dos veces por semana (fgee, 2009). Aunque no hay datos exactamente comparables, esto se puede reflejar en que en Colombia el promedio de lectura es de dos libros per cápita al año, mientras en España es de ocho (Cfr. Rey, 2009, p. 246). Desde el punto de vista de la caracterización cultural, lo que queda para la discusión es que la mayoría de los libros editados y vendidos son de narrativa que no es en principio una característica de la cultura alfabética sino de la tradición oral.


Una situación de expansión informativa mediática como la actual no conduce necesariamente a una igualación sino a una brecha del conocimiento, de acuerdo con la cual 

[…] cuando aumenta la circulación de información en un sistema social, los más instruidos y/o aquellos que tienen un status socioeconómico superior serán capaces de asimilar mejor la información que las personas menos instruidas y/o con status más bajos. Con ello, el aumento de la información da lugar a un mayor distanciamiento en el conocimiento en vez de disminuirlo (Mcquail y Windahl, 1997, p.148). 

La paradoja no es menor ni es gratuita: a mayor información mayor desigualdad en el conocimiento. Si no es el estatus, por las prácticas de vida, el que permite aprovechar la información, para los sectores subalternos la escolaridad es la única posibilidad de reducir la brecha de conocimiento. 

El efecto, sin embargo, no se queda ahí, pues esta brecha de conocimiento se revierte en lo que se ha llamado el efecto de dependencia consistente en que “La audiencia variará internamente de acuerdo con la dependencia de los medios. Los grupos de la élite social tendrán canales alternativos, y también puede ser que alguna minoría no de élite también los tenga” (Mcquail y Windahl, 1997, p.139). Es decir, los grupos con mayor capital cultural acumulado dependen menos de la información mediática, puesto que requieren y obtienen información especializada. Así mismo, los grupos subordinados con mayor cohesión o tradición pueden ser menos dependientes en la medida en que mantienen más redes de comunicación no institucionales, como ocurre a menudo con los grupos políticos y sindicales y con las comunidades indígenas. 

En consecuencia, la abundancia de medios no es, en una sociedad no alfabetizada, sinónimo de democracia, sino más bien de lo contrario, de dependencia mediática y, por tanto, de dependencia política. 

Si la televisión es la que tiene, junto con la radio, el cuasi monopolio del relato de la nación y si los estratos más desfavorecidos de la población, que son la mayoría, no consumen ningún otro medio, esto quiere decir que el concepto básico de nación se está haciendo desde la TV. Pero si miramos quienes cuasi monopolizan la audiencia, encontramos que no son ni el Estado ni mucho menos los grupos alternativos, comunitarios o como quieran llamarse sino, de lejos, las empresas privadas tanto de televisión como de radio, nacionales y extranjeras. En consecuencia, el relato de la nación es un relato que no alcanza a ser siquiera oficial sino mucho menos que eso: empresarial. Ello significa, en rigor, que la esfera pública no existe y que la educación mediática no se dirige a los ciudadanos sino a los consumidores; por tanto, no es tan importante la nación como el mercado. Desde luego, esto hace legítimo el discurso anti-estatal y privatizador, como corresponde a los intereses del capital.  

El concepto de Esfera Pública en la que los particulares discuten asuntos públicos, distintos a sus asuntos privados (Habermas, 1999), pierde aquí su contenido democrático, pues en rigor los medios privados han llevado la discusión al mero reclamo publicitario (publicidad comercial) o a la mera propaganda política (Habermas, 1994). En efecto, si son la televisión y la radio las únicas fuentes de información para los estratos económicamente más pobres (que son más del 83 por ciento de la población), quiere decir que la esfera pública se reduce a aquellos que sí consumen otros medios en casi igual medida que la radio y la televisión, como ocurre con el alto consumo de cine, internet y  revistas independientes en los estratos altos. Las diferencias entre los estratos altos y bajos en cuanto hace al consumo de internet y otros medios distintos a la radio y la televisión está mostrando que, al contrario de lo que piensan los tecno-utopistas, la esfera pública no se está ampliando sino que se está cerrando y estratificando y va quedando reducida a los fragmentos más privilegiados de la sociedad, es decir, al 16 por ciento de la población que es la que está ubicada en los estratos 4, 5 y 6, pues son ellos los que disponen de alternativas informativas distintas a la radio y la televisión, las cuales, aunque son casi unánimes desde el punto de vista político, por lo menos no son uni-empresariales. 

Así que en Colombia los consumos mediáticos que igualan son los de televisión y radio, y los que estratifican y segregan son los de revistas independientes, internet y cine. De esta manera que se juntan dependencia mediática (acceso a un solo tipo de medio), dependencia política (un solo relato de nación) y dependencia empresarial (un solo relato corporativo) en detrimento de la esfera pública y, por tanto, del concepto de nación.


  • Anderson, Benedict (2005). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: FCE.
  • Asocel (2010). Colombia - 2009 cerró con 42.025.520 abonados móviles con líneas activas. 2011-01-25, [en línea], disponible en: http://www.asocel.org.co/prensa.php Recuperado: 2011-12-13
  • Castañeda, Yariela; Romero, Marisol; Rodríguez, Sandra y Torres, Dayana (2010). “Informe sobre TDT”. Seminario Educación, Tecnología y Cultura. Maestría en Educación, UPN.
  • CCNP (2010). (Consorcio Canales Nacionales Privados),  [en línea], disponible en: http://www.abcpublicitario.com/medios/empresa/34504
  • Cntv (2009). Comisión nacional de televisión. Informe sectorial de televisión 2009, [en línea], disponible en: http://www.cntv.org.co/cntv_bop/, 2011-02-13
  • Cntv (2010). Comisión nacional de televisión. Concepto 93 de 2010. (7 octubre).
  • Cntv (2010b). Comisión Nacional de Televisión. Módulo de Televisión Estudio General de Medios –Egm –Segunda Ola 2010 (II-2010), [en línea], disponible en: http://www.cntv.org.co/cntv_bop/, recuperado 2011-12-23
  • Crc (2009). Comisión de Regulación de Comunicaciones. Informe Trimestral de Conectividad, [en línea], disponible en: www.crcom.gov.co. Recuperado, abril 30 de 2011.
  • Crc (2009b) (Comisión de Regulación de Comunicaciones). Informe Sectorial Telecomunicaciones, [en línea], disponible en: http:// www.crcom.gov.co recuperado 2011-02-13
  • Dane (2009). Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas. Indicadores Básicos de Tecnologías de la Información y la Comunicación TIC. Uso y penetración de TIC en Hogares y personas de 5 años y más. Bogotá, D. C., 25 de Marzo de 2009.
  • Desde abajo (2010). Bogotá, Julio 26, nº 159.
  • Dinero (2010). Cinco mil empresas, Bogotá, Mayo 29.
  • Golding, Meter y Murdock, Graham (2000). Culture, Communications and Political Economy. En: Curran, James & Gurevitch, Michael. Mass Media and Society. London: Arnold.
  • Habermas, Jürgen (1994). Historia y crítica de la opinión pública. México: G. Gili.
  • Habermas, Jürgen (1999). The Public Sphere. En: Marris, Paul & Tornham, Sue. Media Studies. A Reader. Edinburgh: Edinburgh University Press. Pp. 92-97.
  • McQuail, Denis y Windahl, Sven (1997). Modelos para el estudio de la comunicación colectiva. Pamplona: Eunsa, 3ª edición.
  • Min-cultura (2010). Ministerio de Cultura. Dirección de comunicaciones. Radios universitarias. s/d.
  • Ministerio de Comunicaciones (s/f). Impacto socioeconómico de la implementación de la televisión digital terrestre en Colombia, [[en línea]], disponible en: http://web.presidencia.gov.co/sp/2008/agosto/28/estandar.pdf , recuperado 2011-12-15
  • Mintic (2010). Ministerio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Informe Trimestral Telefonía Móvil Abril-junio, [en línea], disponible en: http://archivo.mintic.gov.co/mincom/faces/index.jsp?id=5508, recuperado 2011-12-15
  • Mintic (2010b). Ministerio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Informe Trimestral de Conectividad. Marzo [en línea], disponible en: http://archivo.mintic.gov.co/mincom/documents/portal/documents/root/informes%20del%20sector/informes%20de%20conectividad/INFORMEDECONECTIVIDAD1T-2010.pdf, recuperado 2011-12-15
  • Mintic (2010c). Ministerio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Concesionarios del servicio de radiodifusión sonora comercial en Frecuencia Modulada. s/d
  • Mintic (2010d). Ministerio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.  Concesionarios del servicio de radiodifusión sonora de interés público en Frecuencia Modulada. s/d.
  • Narváez, A. (2010). Educación, comunicación y capitalismo cultural. Bogotá: Upn, Tesis Doctoral.
  • Narváez, A. (2010b). “Cultura alfabética y mercado cultural en Colombia y en España”. En: Signo y Pensamiento, 56, volumen XXIX, enero - junio, pp. 160-182. ISSN: 0120-4823.
  • Rey, Germán (2009). “Las reubicaciones de la lectura. Libros, lectores y lecturas”. En: Pensamiento iberoamericano, nº 4, 2ª época. Madrid: Aecid-Fundación Carolina, 2009/1. pp. 235-253.
  • Zibechi, Raúl (2012). “La nueva geopolítica del capital”. En: Le Monde diplomatique, edición Colombia, abril, pp. 10-11.
  • Bourdieu, Pierre (2000). “La metamorfosis de los gustos”. En: Cuestiones de sociología. Madrid: Península.
  • Bourdieu, Pierre (1999a). La distinción. Madrid: Taurus.
  • Federación de Gremios Editores de España, Fgee. El sector editorial español. Datos estadísticos. [en línea], disponible en: http://www.federacioneditores.org/, recuperado: 2009/06/15
  • Pnud. Informe sobre Desarrollo Humano 2009, [en línea], disponible en: http://hdr.undp. org/en/media/HDR_2009_ES_Complete.pdf, recuperado, Noviembre de 2009.
  • Acim (2010). Asociación Colombiana de Investigación de Medios. Estudio General de Medios. 10 años, [en línea], disponible en: http://www.acimcolombia.com/Publico/WF_EstudiosDet.aspx?EST_CODIGO=11 Recuperado: 2011-12-28
  • Narváez, Ancízar (2002). Puentes tecnológicos, abismos sociales. Manizales: Ediciones Universidad de Manizales. 161p.
  • Pachón, A. y Ramírez, M. T. (2008). La infraestructura de transporte en Colombia durante el siglo XX. Bogotá: Fce.
  • RCN. Radio Cadena Nacional (2009). [en línea], disponible en: http://historiadelaradioencolombia.blogspot.com/2009/09/rcn-radio-cadena-nacional-60-anos-de.html)
  • Semana (2010). Las 100 empresas más grandes de Colombia, nº 1460, abril 26. Bogotá.
  • Supersociedades (2010). Superintendencia de Sociedades. Estados financieros al 31 de diciembre de 2009 [en línea], disponible en: [http//sirem.supersociedades.gov.co]
  • Wiñaski, Miguel (2004). La noticia deseada: leyendas y fantasmas de la opinión pública. Buenos Aires: Marea.


[2] Bourdieu (2000, p. 162): “Los gustos, entendidos como el conjunto de prácticas y propiedades de una persona o de un grupo, son producto de un encuentro (de una armonía preestablecida) entre bienes y un gusto (sic).
[3] “Las audiencias de los medios se midieron así: televisión: espectadores/día, radio: oyentes/día, revistas independientes y de prensa: lectores/período de publicación, prensa, Internet: usuarios/día y cine: espectadores/semana” (Cntv, 2010b).
[4] Tasa promedio de 1899 pesos colombianos por dólar en 2010.
* Aquí no aparecen los datos de Telmex Hogar, que tiene más de 1.700.000 abonados y facturó en 2008 más de 600 mil millones de pesos; el año 2009 parece haber consolidado esa facturación con Telmex Colombia; Tampoco aparecen los de Une-Epm, con algo más de 700.000, ni los de Telefónica Colombia porque aparecen como agregados a los de telefonía e internet en las empresas de telecomunicaciones.
[5] Es importante aclarar que las cifras aquí registradas hablan de tirajes diarios reportados por los propios periódicos y no de la circulación efectiva entre el público que siempre es un poco menor; esta circulación está especificada en los datos de los diarios españoles, pero no lo está en los de los colombianos. En consecuencia, para poder tener cifras comparables se toman los datos del tiraje en ambos casos.